El curso en la Diócesis de Orihuela-Alicante culmina con una nueva alegría vocacional. La ordenación de dos nuevos diáconos. Será el sábado 18 de julio, a las 11:00 h, en una ceremonia muy solemne y emotiva en la parroquia de San Juan Bautista de Monóvar. Allí, de manos del obispo diocesano monseñor Jesús Murgui, Manuel Antonio Bernabé Belmonte y Francisco Palazón Cubí dirán “sí” al diaconado.

Con 34 años, Manuel Antonio Bernabé Belmonte, natural de Orihuela, es un seminarista que, tras su ordenación como diácono, realizará Estudios de Comunicación Social Institucional en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz-Roma. De estos meses espera: “en primer lugar ir profundizando en aspectos concretos del ministerio: el servicio, la caridad, la palabra. Saber darle a cada instante el color que Dios me pide. Estar abierto a seguir formándome espiritual y académicamente para poder conocer la realidad y servir mejor”. Fueron muchas las razones que le empujaron a entrar en el seminario. “El encuentro personal, cercano, íntimo y especial con el Señor en los sacramentos y en la escucha de su palabra. Experimentar su llamada al corazón. Junto a ello, el encuentro con Jesús en la comunidad parroquial. Con las personas y movimientos que componen la Iglesia. Y especialmente el ejemplo de vida entregada de sacerdotes, religiosos y laicos que forman parte de mi parroquia y de mi vida explica.

De este modo, a Manuel Antonio le espera una etapa de intenso trabajo tras los que volverá de nuevo ante su obispo para dar el ”sí” definitivo a la Iglesia Católica. Será entonces ordenado sacerdote. Cuando se le pregunta si recomendaría esta experiencia vital a otros niños y jóvenes que se estén planteando la opción del sacerdocio no lo duda: “Sé que a veces puede dar miedo, vértigo vital o se anteponen las comodidades o los interrogantes, que a todos nos asaltan en el momento de plantear la vocación. Pero se trata de un gran regalo de parte de Dios y una gran alegría que llena y da sentido a la vida”.

Un caso diferente es el de Francisco Palazón, nacido en Alicante y vecino de Monóvar, con dos etapas en el seminario; la primera, a los 12 años y la segunda, a los 25. Explica sobre la primera vez que entró que: “cuando tenía 11 años vinieron al instituto dos seminaristas a explicar lo que era el seminario. Yo no quería ser sacerdote, pero en mi clase había un familiar mío, mi primo, y él me dijo cuando se fueron los seminaristas, si nos íbamos los dos al seminario. Yo le dije que no, pero me insistió, y al final le dije que lo acompañaría. Entramos a ser monaguillos, y fuimos al pre-seminario (consiste en ir un sábado al mes al seminario, a convivir con los seminaristas). El caso es que me gustó, y a mi primo no; entré yo, y mi primo no”. Apostilla que “el seminario es un lugar de discernimiento vocacional, un lugar para pensar lo que Dios quiere de cada joven, por eso de los que entran, algunos que no acaban siendo sacerdotes”.

Y él siguió ese mismo camino. “Cuando estaba en Bachillerato en el seminario, falleció mi madre. También lo dejaron mis compañeros de curso, y otros con los que tengo una amistad fraterna. Al curso siguiente no estuve a gusto y decidí dejarlo”.

Sin embargo, pronto volvió a sentir la llamada al sacerdocio. “Fui a la universidad a estudiar Sociología, y a los dos años volví a sentir que el Señor me llamaba para ser sacerdote. Fui al seminario, junto con otro compañero que había estado allí conmigo a hablar con el rector para volver. Al mismo tiempo que estudiaba, trabajaba en un restaurante y en el restaurante me ofrecieron ser encargado, lo estuve pensando y decidí no entrar al seminario. Un poco más tarde, a los tres años, firmé la baja voluntaria, y volví a entrar en el seminario”, explica Francisco.

Tras su ordenación como diácono, su destino será Guardamar del Segura, donde ha estado de seminarista de pastoral. De los meses como diácono espera poder continuar con su labor durante el curso pasado la catequesis, visitar enfermos, estar en la Iglesia, hacer celebraciones de la Palabra… Aunque ahora, como diácono, podré acompañar a las familias, de una manera especial, en los bautizos, bodas y entierros”.

¿QUÉ SIGNIFICA SER “DIÁCONO”?

Diácono es una palabra que proviene del griego y significa “servidor”. Su misión principal consiste en asistir al Obispo y a los sacerdotes ayudándoles en la predicación del Evangelio y en el servicio a los más pobres. Los diáconos, a diferencia de los presbíteros (los sacerdotes) ni celebran la Eucaristía (aunque ayudan a dar la comunión), ni confiesan a los fieles. Sí pueden administrar el sacramento del Bautismo y del Matrimonio, celebrar exequias y llevar la comunión a los enfermos.