El curso en la Diócesis de Orihuela-Alicante culmina con una nueva alegría vocacional. La ordenación de dos nuevos diáconos. Uno de ellos permanente. Será este sábado 22 de junio, a las 11:00 h, en una ceremonia muy solemne, concurrida y emotiva en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Biar. Allí, de manos del obispo diocesano monseñor Jesús Murgui, Antonio Martínez García y Félix Tormo Fernández dirán “sí” al diaconado. Pero cada uno de ellos desde una perspectiva diferente. Félix Tormo Fernández será ordenado diácono permanente y Antonio Martínez García, lo será en orden al presbiterado.
Con 37 años, Antonio Martínez García, natural de Alicante, es un seminarista que comenzará el sábado, tras su ordenación como diácono, su fase previa el sacerdocio embarcándose ahora en unos meses de “prácticas pastorales” con destino la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Elche. “Espero que sean unos meses de aprendizaje y de ir conociendo cada día un poco más a la comunidad que se me ha encomendado. Va a ser hermoso comenzar a celebrar los primeros sacramentos” afirma. Se decidió por el sacerdocio a la edad de 30 años tras un largo discernimiento. “Llega un momento en el que te das cuenta de que el Señor te está pidiendo algo concreto. Y cuando descubres lo que es, resulta imposible decirle siempre que no. En mi caso la vocación creció en la familia porque se vive la fe, en la parroquia donde pude comprometerme con los jóvenes, en el colegio donde trabajaba y vivía alegremente el testimonio de la fe en el día a día” explica.
De este modo, a Antonio le esperan unos meses de intenso trabajo tras los que volverá de nuevo ante su obispo para dar el ”sí” definitivo a la Iglesia Católica. Será entonces ordenado sacerdote. Cuando se le pregunta si recomendaría esta experiencia vital a otros niños y jóvenes que se estén planteando la opción del sacerdocio no lo duda: “Por supuesto que la recomendaría. En la vida cada experiencia nos hace crecer y el discernimiento vocacional nos ayuda a tener herramientas para ir viendo si es o no nuestro camino. Por ello, invito a dar valientemente el paso a aquellos que tenga una certeza interna de que el Señor les llama porque la etapa del seminario les ayudará a ver si esa certeza es fundada o no”.
Un caso bien diferente es el de Félix Tormo, natural de Alicante, abogado, casado y padre de dos hijos. Con 41 años será ordenado diácono permanente. Sus funciones son las mismas que las de un diácono en tránsito hacia el sacerdocio, pero de manera permanente. Más concretamente, predicación del evangelio, celebración del bautismo, del matrimonio o de exequias y aquellas otras funciones que impliquen servicio a la comunidad cristiana.
“A lo largo de los años, en el trato directo con ancianos y enfermos había ido descubriendo que Cristo me estaba mostrando su rostro sufriente en cada uno de ellos. Cuando mi párroco me propuso iniciar la formación para el diaconado permanente, comencé a plantearme la posibilidad de que el Señor me estuviese pidiendo una entrega más profunda y generosa en el servicio a los demás, especialmente en favor de los más pobres y de los que sufren. Durante varios meses fui meditándolo junto con mi esposa y, tras unos ejercicios espirituales, decidí ponerme en camino convencido de que si verdaderamente el Señor me estaba llamando a este ministerio, Él se encargaría de guiar mis pasos” explica Félix.
¿QUÉ SIGNIFICA SER “DIÁCONO”?
Diácono es una palabra que proviene del griego y significa “servidor”. Su misión principal consiste en asistir al Obispo y a los sacerdotes ayudándoles en la predicación del Evangelio y en el servicio a los más pobres. Los diáconos, a diferencia de los presbíteros (los sacerdotes) ni celebran la Eucaristía (aunque ayudan a dar la comunión), ni confiesan a los fieles. Sí pueden administrar el sacramento del Bautismo y del Matrimonio, celebrar exequias y llevar la comunión a los enfermos.
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