Dos fontaneros de 59 y 38 años fallecieron el pasado 14 de enero por inhalación de gases cuando reparaban el interior de un colector de aguas residuales de Castalla. Dos vidas truncadas, dos familias rotas. Expresamos nuestro dolor con los familiares y allegados de los dos trabajadores fallecidos.
En Tarragona, este mismo día, tres trabajadores han fallecido, y 8 permanecen heridos, a causa de una explosión en una empresa química.
Los accidentes de trabajo es la cara oculta de las condiciones de trabajo, muchas veces “otra cara de la precariedad”; es un hecho que tenemos que visibilizar para que la sociedad tome conciencia y ponga soluciones eficaces a esta lacra que convierte el trabajo en lugar de muerte y pérdida de la salud para muchas mujeres y hombres del trabajo.
Según el INVASSAT (Instituto Valenciano de Salud y Seguridad en el Trabajo) en el periodo comprendido entre noviembre de 2018 y octubre de 2019, se han producido en la provincia de Alicante, 19.170 accidentes con baja y 29 muertes en el trabajo. Esto supone un aumento de 6 muertes con respecto al periodo anterior.
Cuánta razón tiene el Papa Francisco al proclamar que esta “economía mata” y por ello desde el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera, con el convencimiento de que “la Gloria de Dios es que el hombre viva”, consideramos que ante la siniestralidad laboral se hace necesario un cambio en la cultura la vida que pasa por:
- La proclamación del valor sagrado de la vida y, por tanto, el compromiso por construir condiciones personales y sociales adecuadas para la promoción de la vida en el trabajo
- La proclamación de la dignidad del trabajo y, por tanto, el compromiso en la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras y de unas condiciones de trabajo a la altura de la dignidad de las personas.
- La educación de la sensibilidad, el entendimiento y la voluntad para reaccionar activamente ante el sufrimiento ajeno, ante el que sólo cabe una reacción humana: la solidaridad.
Finalmente, desde el Secretariado de Pastoral Obrera, junto con toda la Iglesia, queremos comprometernos con el trabajo decente, donde se respete la salud y la vida de las personas trabajadoras, actuando ante las situaciones de injusticias y de sufrimiento que padece el mundo obrero. “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos y he bajado a liberarlos de los egipcios” (Éxodo: 3, 7).
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