El miércoles 13 de julio concluía la peregrinación diocesana con enfermos a Lourdes, que ha tenido lugar del 8 al 13 de julio, en la que por primera vez se ha unido nuestro obispo D. José Ignacio Munilla y donde han participado cerca de 400 personas de diversos puntos de la provincia. Un enriquecedor encuentro bajo la mirada de María en la gruta de Lourdes en el que también ha estado presente la vida de la Sierva de Dios Rebeca Rocamora Nadal, joven de nuestra diócesis en proceso de canonización.
Bajo el lema “Peregrinamos a Lourdes con Rebeca” durante estos días se ha difundido su historia como enferma que peregrinó a este santuario y la oración para pedir su intercesión entre peregrinos y enfermos a través de diverso material de difusión.
Rebeca fue presentada por el consiliario de la hospitalidad, D. José Manuel Iñigo Berná, y luego D. José Ignacio Munilla, nuestro obispo, concluyó la intervención diciendo que su historia fue de las mejores cosas que se encontró al llegar a nuestra diócesis. Finalmente, fueron los jóvenes de la peregrinación quienes llevaron a cabo la hermosa tarea de repartir todo el material en la misa de unción de enfermos.
Compartimos el breve texto distribuido sobre Rebeca en Lourdes:
PEREGRINAMOS A LOURDES CON REBECA
Rebeca Rocamora Nadal nace en Granja de Rocamora (Alicante) el 7 de septiembre de 1975. De cabello rubio y profunda mirada, desde muy pequeña destaca por su inocencia, vitalidad y alegría. Después de la Primera Comunión aparece en su vida la enfermedad, que acepta con entereza, sin perder nunca su hermosa sonrisa. Tras su recuperación prosigue los estudios, comprometiéndose activamente después de la Confirmación como catequista parroquial. Su historia se desarrolla con la misma normalidad que la de cualquier otra joven, pero con el estilo de quien ha dejado que Dios sea el timón de su vida, especialmente cuando surge de nuevo una grave enfermedad que vive abrazada a la cruz con una fe, alegría y fortaleza poco comunes, siendo luminoso testimonio de vida cristiana para cuantos la visitan.
ANTECEDENTES DE SU PEREGRINACIÓN A LOURDES
Rebeca tenía una devoción especial a la Virgen María y acudía a su intercesión para que, si era voluntad de Dios, le concediera la salud. Pero no sólo le pedía su ayuda, sino que también seguía su ejemplo, imitándola sobre todo en el silencio, pues callaba gustos y preferencias personales por no importunar a nadie con alguna molestia, sino que, como María, “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2, 19). Aprendamos de Rebeca a ofrecer a Dios, en el silencio de nuestra oración, cualquier achaque o dolencia que nos pueda sobrevenir, unidos a Cristo en su Pasión, de tal forma que conforta el alma y contribuye a la redención el mundo.
PEREGRINANDO A LOURDES
Rebeca, estando enferma y con dificultades para desplazarse, expresó su deseo de peregrinar a Lourdes con toda su familia para ver a la Virgen. Y a pesar de las dificultades ante un viaje tan largo, la familia al final accedió a su petición.
“Una vez ante la bella imagen de Nuestra Señora que había visitado otras veces llena de salud, pidió a su madre que comenzara a rezar el rosario. Rebeca miraba embelesada a la Virgen (…) Quienes la acompañaban oraban interiormente para que María le devolviera la salud, pero a ella nada se le oía decir ni pedir, sólo contemplaba y sonreía” (La estela de una sonrisa, 196).
¡Cuánto puede haber detrás de una mirada! Aprendamos de Rebeca a contemplar a María, a mirarla y a dejarnos mirar por Ella, pues como buena Madre, Ella nos mira con todo el amor de su corazón. Y con los ojos de María, contemplemos la vida de Jesús en cada misterio del Santo Rosario.
EL FRUTO DE LA PEREGRINACIÓN
Fruto de aquella peregrinación a Lourdes fue una gran conformidad con la voluntad de Dios, aceptando con paz la enfermedad. Por eso, a quienes le decían que pidiese la salud, Rebeca respondía: “Es que el Señor ya sabe que, si conviene, me la tiene que dar. Yo le pido que me aumente la fe”.
Unidos a Rebeca, pidamos al Señor lo que es realmente necesario: “Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe” (Mc 9, 24). Pidamos un incremento de nuestra fe que nos lleve a confiar más plenamente en Dios, que es fiel a su promesa de salvación.
TODA LA INFORMACIÓN EN ESTE DÍPTICO: DIPTICO_LOURDES-REBECA_ROCAMORA.pdf
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