Estimados hermanos y hermanas:
En esta dramática situación que estamos viviendo de pandemia, calificada por el papa Francisco como situación de prueba, la Vida Consagrada ha de seguir siendo presencia viva de la ternura y la misericordia de Dios.
Como sabéis, las familias viven estos días en sus casas, sin poder salir; en clausura obligatoria que supone un gran sacrificio, para los niños de forma especial, pero que es sufrido por padres y abuelos. Esto me lleva, de forma natural, a recordar a quienes habéis elegido la clausura de forma voluntaria y como ámbito que ayuda a vivir vuestra especial consagración al señor, en la vida contemplativa.
A quienes vivís la Vida Contemplativa os recuerdo estas palabras de “Vultum Dei Quaerere”: “Como hombres y mujeres que habitan la historia os situáis en el corazón mismo de la Iglesia y del mundo”. Por eso estáis también sufriendo con toda la humanidad esta pandemia, no os es ajeno el dolor de tanta gente enferma, tantas personas que han perdido sus seres queridos, todo el personal sanitario que está dando su vida cuidando a los enfermos y tantas otras personas que están sirviendo a sus hermanos los hombres y mujeres de nuestros pueblos y ciudades.
Vosotras y vosotros orientáis vuestra vida y actividad a la contemplación de Dios, y recordáis al pueblo de Dios el sentido primero y último de la vida.
En estos momentos sé que habéis intensificado la oración por la Iglesia y por el mundo. Quiero daros las gracias de todo corazón, en nombre de nuestra Iglesia diocesana, apreciamos mucho vuestra vida de entrega total; ahora de forma muy especial necesitamos vuestra oración y vuestra ofrenda; os necesitamos inmensamente. En medio de esta tempestad necesitamos que sigáis siendo faros y antorchas que acompañáis el camino de los hombres y mujeres en la noche oscura de esta pandemia que estamos viviendo. Pues nos indicáis a Jesús, para que tengamos fe y confianza en Él.
A los religiosos y religiosas de Vida Activa os animo a seguir viviendo la caridad directamente con las personas, cada uno desde el carisma recibido: bien en la educación, con los ancianos, con los pobres y necesitados u otros carismas; dentro de la situación que nos toca vivir en esta pandemia. Algunos y algunas de vosotras, en distintos lugares, han fallecido al contraer el coronavirus, os envío mi cercanía y oración, encomiendo a los difuntos al Señor. Gracias a todos los que estáis sirviendo a la gente con riesgo de vuestras vidas, siendo ejemplo para todos de entrega, como Jesús que se entregó por nosotros en la Cruz. Que el Amor de Cristo sea el que nos mueva.
También, en las presentes circunstancias, la limitación de movimientos y actividades que imponen las lógicas medidas de las autoridades, os llevará a estar más en las casas de vuestras comunidades, esto es bueno verlo como oportunidad de crecer en la comunión y ayuda mutua entre vosotros, incluso de poder disponer de más tiempo para cuidar de los miembros mayores de vuestras comunidades. La vida comunitaria puede salir ganando en los momentos que estamos atravesando, y, quizás, encontrar más tiempo y serenidad para el estudio y la oración.
A todos, tanto de Vida Contemplativa como Activa, os animo a recordar las conocidas palabras de San Juan Pablo II: “No tengáis miedo”, “abrid las puertas a Cristo”. Especialmente os animo a abriros al Señor, a unirnos a Él en esta ya casi inmediata Semana Santa. Que, en medio del drama de la pandemia que nos rodea y afecta, encontremos en su Muerte y Resurrección la luz y la fuerza que da sentido a nuestras vidas; unas vidas, las nuestras, totalmente entregadas por amor a Él.
Aprovecho para saludar al Delegado Diocesano y a todos los miembros de CONFER en circunstancias tan especiales. Que la luz del amor entregado del Señor y de su luminosa Resurrección os llene a todos los consagrados de fe y esperanza en estos días de prueba; para que así seáis cada uno, apoyo y consuelo para los que os rodean y para aquellos que el Señor os ha confiado.
Ánimo. Mi oración y bendición para todos.
Jesús Murgui Soriano.
Obispo de Orihuela-Alicante.
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