“Se trata de alentar y promover la presencia eficaz de las mujeres en numerosos ámbitos de la esfera pública, en el mundo del trabajo y en los lugares donde se adoptan las decisiones más importantes” (Discurso del Papa Francisco, 07/02/2015)
Este mes celebramos el 8 de marzo, un símbolo de la lucha de las mujeres trabajadoras por el reconocimiento de su dignidad.
La actual concepción del trabajo humano pone en el centro de su actividad el beneficio económico y relega a la persona a un mero instrumento para obtenerlo. Esto está generando situaciones de exclusión social y precariedad laboral que afectan gravemente a las familias de los trabajadores y trabajadoras. En el caso de las mujeres esta realidad es más sangrante y discriminatoria sólo por el hecho de serlo:
– El desempleo femenino es del 20,25%, afectando sobre todo a jóvenes y mayores de 45 años, mientras que el masculino es del 17,22 %
– Las mujeres tienen el 72,6% de los contratos temporales y cobran un 19% menos por hora que los hombres
– La pobreza y la exclusión social (80.000 familias sin ingresos en nuestra diócesis) está afectando especialmente a familias monoparentales donde la cabeza de familia es la madre y con las graves repercusiones que esto tiene en la población infantil
– La incorporación de la mujer al trabajo remunerado no ha llevado aparejada en la misma medida la incorporación del hombre al trabajo doméstico, por lo que las mujeres realizan en muchas ocasiones una doble jornada, dentro y fuera del hogar
– La violencia contra la mujer tuvo en 2016 el rostro de 43 mujeres asesinadas, 43 vidas truncadas llenas de humillación y sufrimiento. En este sentido, es preocupante cómo está creciendo esta violencia también entre los jóvenes
– La trata de mujeres para el negocio de la prostitución es una realidad que las lleva a vivir en condiciones de vida inhumanas.
La HOAC, junto con muchos más creyentes preocupados por esta situación, no podemos permanecer al margen de esta realidad de violencia, de injusticia social y de violación de los derechos de las mujeres trabajadoras.
Como ciudadanos y ciudadanas, exigimos a gobiernos, instituciones y organizaciones sociales que se impliquen activamente en el reconocimiento de la dignidad de la mujer y de su plena integración y protagonismo en la vida social.
Como cristianos y cristianas, hacemos una llamada para avanzar en la igualdad en el seno de nuestra Iglesia y para que la aportación femenina enriquezca verdadera y efectivamente a la comunidad eclesial.
Por nuestra parte, nos comprometemos a luchar, junto a toda la Iglesia y la sociedad entera, por desterrar la violencia económica, laboral, social y cultural contra nuestras hermanas, las mujeres trabajadoras.
HOAC DIÓCESIS DE ORIHUELA-ALICANTE
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