Detrás de cada ‘X’ hay una historia: personas con nombres, apellidos y rostros concretos que en la Iglesia católica han encontrado una mano tendida cuando sus vidas estaban rotas o a punto de estallar.
Algo que tienen claro los ocho millones y medio de contribuyentes que el año pasado seleccionaron la casilla 105 de su borrador, aportando 34,76 euros de media (el 0,7% de la cuota íntegra del impuesto) a una institución —la Iglesia católica— que ayuda cada año en España a más de cuatro millones de personas.
La familia Xtantos crece cada año, lo que supone un espaldarazo al servicio social de la Iglesia. Un premio al esfuerzo de tantos sacerdotes, religiosas, agentes de pastoral y voluntarios que cada día —fuera de foco, sin abrir los telediarios ni ser trending topic— ayudan a salir adelante a quienes más lo necesitan.
Marcar la X es una decisión libre que no perjudica a nadie y no tiene coste alguno, porque ni te cobran más ni te devuelven menos. Sin embargo, este sencillo gesto hace posible que la Iglesia española sea el “hospital de campaña” que pide el Papa Francisco en un momento de especial dificultad como el actual. Pese al descenso de los recursos que ha ocasionado la pandemia, la Iglesia no deja a nadie al borde del camino. Está ahí, las 24 horas, siete días a la semana, con la mano tendida, sin pedir a nadie el carnet de católico, con cientos de actividades que van desde lo asistencial a lo celebrativo, desde lo catequético y espiritual a la dimensión caritativa y solidaria.
La Iglesia agradece a todos aquellos fieles que marcan la ‘X’ en su declaración de la renta, también a los no católicos y a los no practicantes, porque, entre todos, logramos construir una sociedad más humana, justa y fraterna. Por tantos.
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