Las entidades de inspiración católica que promueven la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) celebran, por cuarto año consecutivo, el Día Internacional del trabajo y la solemnidad de San José obrero, patrono de los trabajadores y las trabajadoras (1), en un año extraordinariamente marcado por el grave impacto de la pandemia en el conjunto de la sociedad y en el mundo del trabajo, cuyos efectos han sido especialmente acentuados en las personas más vulnerables.
Esta crisis ha puesto de relieve la necesidad de un cambio de sistema productivo, basado en trabajos que aporten valor, sujetos de unas condiciones laborales dignas, y donde las personas estén en el centro.
Sabemos que Jesucristo aprendió de san José “el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”; y que aquella familia de Nazaret tuvo que afrontar, en su migración por Egipto, “la necesidad de comer, de encontrar una casa, un trabajo”. (2)
ITD quiere subrayar, en este tiempo, la importancia del trabajo como actividad humana que acrecienta la dignidad de cada persona y de sus familias. Con el trabajo cuidamos al conjunto de la sociedad y al planeta. Además, con el trabajo participamos en nuestra propia humanización, en la sostenibilidad de la Creación y en el “advenimiento del Reino” (2)
El impacto de la pandemia ha acelerado los procesos que debilitan el derecho al trabajo, y empobrecen, precarizan y descartan a millones de trabajadoras y trabajadores, principalmente mujeres y jóvenes. Ello provoca que el acceso a un puesto laboral digno, tras muchos años dedicados al estudio y a la especialización en un ámbito profesional, sea hoy casi un lujo que pocas y pocos jóvenes se pueden permitir. Que el trabajo esté en riesgo supone que el pacto social entre en crisis y, con ello, la propia democracia.
Se han destruido miles de empleos y muchos de los ERTE se han resuelto, finalmente, en despidos. Los empleos considerados esenciales –muchas veces ejercidos en condiciones precarias, tanto a nivel laboral como de protección sanitaria—, no se han visto reconocidos en una mejora de sus condiciones. Y las medidas de protección social diseñada para paliar los efectos de la crisis no ha llegado a las personas que más lo necesitan, como tampoco ha sucedido con el subsidio temporal previsto para las trabajadoras del hogar o el ingreso mínimo vital. Además, la pobreza se dispara entre la población migrante en situación administrativa irregular, donde el desempleo y la economía informal son mayoritarios, sin posibilidad de acceso al sistema de protección.
En ese sentido, creemos oportuno destacar que es fundamental una política que promueva la fraternidad y permita la amistad social al servicio del bien común. De ahí que en este Primero de Mayo “el gran tema es el trabajo”, una dimensión esencial para promover “el bien del pueblo” (3) y el acceso a una vida digna en una sociedad más decente. Instamos, ahora más que nunca, a adoptar las medidas necesarias para conseguir que el trabajo decente sea una realidad accesible para todas las personas, con condiciones que permitan mantener una vida digna y una protección social que llegue a todas las personas que lo necesitan.
Por eso, en este Primero de Mayo, ITD reclama:
- Redefinir la idea del trabajo como actividad humana y configurar nuevas políticas –los cuidados, la reducción de la jornada laboral, etc.— que aseguren a cada persona trabajadora “alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo” a la construcción del bien común.
- Potenciar el trabajo con derechos, seguro, “libre, creativo, participativo y solidario” (EG 192) en cualquier relación laboral y para todas las personas, sin distinción de edad, sexo o procedencia.
- Garantizar el acceso a medidas de protección social para aquellas personas que no puedan trabajar o que sus condiciones laborales no les permitan llegar “a fin de mes”.
- Lograr el reconocimiento social y laboral de los empleos esenciales para la vida, con unas condiciones laborales dignas.
- Promover un diálogo con toda la comunidad política, sociedad e instituciones para configurar un nuevo contrato social basado en la centralidad de la persona, el trabajo decente y el cuidado del planeta.
- Impulsar la incorporación de la juventud al mercado laboral en una sociedad golpeada por una crisis sanitaria social y económica creando oportunidades reales de acceso al trabajo digno.
Convocamos a todas las comunidades cristianas a unirnos, asegurando las medidas sanitarias, en la celebración, la lucha y la oración de este 1º de Mayo. Os invitamos a participar en cuantas acciones puedan hacer visible estas reclamaciones. Y con el papa Francisco, imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: Ahora más nunca: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin Trabajo Decente!
1: Cfr. Pio XII 1955
2: Cfr. Patris Corde
3: Fratelli Tutti 127
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